Historia y Actividades en Altafulla
Altafulla cuenta con una historia desde hace varios miles de años, visita sus románticas calles y descubre la intrigante historia de las brujas de Altafulla.
Resumen de la Historia de Altafulla
Altafulla llegó al siglo XX como un consolidado destino turístico que ha perdurado hasta el día de hoy.
Altafulla, como núcleo de población, no aparece hasta la época medieval, creciendo al amparo del castillo a partir de mediados del siglo XI, aunque los vestigios de poblaciones en los alrededores, se remontan a la época romana.
Los primeros registros de la ciudad se remontan a mediados de siglo XI. Formaba parte, junto con otros cerros fortificados, del límite sur del condado de Barcelona.
Al estar situada en un promontorio, dominaba el entorno y le ofrecía protección en la población.
El poblamiento feudal está documentado en el siglo XI cuando en el 1059 aparece el topónimo del castillo de Altafulla.
A la vez, la Vía Augusta romana le proporcionaba buenas comunicaciones con todo el territorio.
El poblamiento alrededor del castillo, se asienta en el siglo XII. En el siglo XIII se produce el traspaso de la señorial villa a la familia Recasens, que la conservaran hasta el 1506, cuando fue traspasada a la familia Castellet.
Hasta el siglo XV perteneció a los condes de Barcelona. Pero fue a partir del XVII, al pasar a manos del marqués de Tamarit, cuando Altafulla vivió una época de esplendor económico al comercializar sus productos con las colonias americanas.
Ya al XVIII, la población aumentó y se vio obligada a extenderse hacia el mar, superando las murallas.
Durante la Guerra de Secesión, el pueblo fue saqueado varias veces y no se recuperó hasta muy entrado el siglo XIX.
Finalmente la propiedad del castillo pasó a manos de la familia Montserrat (marqueses de Tamarit), que en sus descendientes, la familia Suelves la ha mantenido hasta nuestros días.
Historia Romana de Altafulla
En su territorio se ha encontrado y si encuentran vestigios de épocas prehistóricas, protohistóricas y romanas.
La historia romana de Altafulla (Costa Dorada) se conoce a partir de las informaciones proporcionadas por las excavaciones arqueológicas en la Villae romana de Els Munts.
De las villas, la más estudiada y excavada es la gran villa señorial de Els Munts, situada cronológicamente entre los siglos I y VII dC, la importancia de la que le ha merecido formar parte del conjunto de Tarraco declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO.
En las excavaciones se ha encontrado una gran cantidad de los objetos empleados habitualmente por los habitantes romanos de la finca (vasos cerámicos, objetos de adorno personal…) corroboran sin duda la monumentalidad y la importancia de esta villae que se desarrolló entre los siglos I y VI/VII dC.
Los restos romanos son muy abundantes, habiendo vestigios claros de 4 villas y 3 canteras, y posibilidades de restos de 2 villas más.
Los estudios realizados indican que la ocupación del territorio habría sido densa y prolongada en el tiempo, con hallazgos datados entre los siglos II aC y VII dC.
Desde la Edad Media hasta nuestros días
No se tienen noticias directas de la ocupación del territorio desde las primeras décadas del siglo VIII, momento en que acaba la época de dominio visigodo, hasta mediados del siglo XI.
No es fácil de creer que un lugar tan vital y próspero, al tiempo que fértil, en época romana, deje de ser habitado por todos, y que esta situación dure 350 años!
Los cronistas y geógrafos musulmanes daban la zona como despoblada, lo cierto en cuanto a los señores, los cuales tenían medios de huida. Los pequeños campesinos y los esclavos, entre otros pobladores, no tenían las mismas posibilidades de huida y seguramente debieron permanecer en el territorio, que se convertirá frontera.
Se han encontrado sólo rastros de arabización, como son la posible derivación del topónimo Altafulla y pequeñas muestras de cerámica vidriada.
Es muy probable que las guerras con los sarracenos no fueran más que otro peligro que añadir a los que ya estaban acostumbrados a pasar la gente de la época, desgraciadamente hecha a la idea de convivir con otras situaciones peligrosas desde hacía bastante tiempo.
Bera, primer conde carolingio de la Marca, promueve los intentos de conquista de Tarragona y Tortosa llevados a cabo por y Luis el Piadoso entre finales del siglo VIII y principios del siglo IX, lo que dejará rastros en la toponimia de la zona: Arco de Bará, Roda de Bará, Torredembarra.
Existe noticia de población anterior a la ocupación señorial por el documento en el que Ramón Berenguer I da a Bernat Amat de Claramunt el monte de Ullastrell ‘cerca de Altafulla’ para que edifique un ‘fuerte’ para defender sus habitantes.
Ullastrell ha sido edificado con Montoliu, el castillo las ruinas del que son en la Riera de Gaià.
Posteriormente, el castillo de Altafulla, es citado en otros documentos a lo largo de los siglos XI y XII. En aquel tiempo debía de ser poco más que una torre construida con piedras de la villa romana de la plaza de la iglesia, y que hubiera comenzado siendo una cuadra del vecino castillo de Tamarit.
Probablemente la primera parroquia de Altafulla fue fundada entre 1154 y 1194, hecho que da a entender que la población de fuera del castillo empieza a ser bastante importante.
Jaime II crea en 1323 el condado de Prades juntando la baronía de Entença y las montañas de Prades para su hijo Ramón Berenguer.
Antes de mediados de siglo Altafulla será separada del condado y vendida por el rey Pedro III a Bernat de Requesens y de Lorenzo.
Este consta como señor de Altafulla y la Nuevo en el censo de 1370, con 45 fuegos.
La villa pasó del dominio real al dominio señorial, siendo villa de barón hasta el siglo XIX.
Ubicación
La villa de Altafulla se encuentra en la vertiente suroriental de una colina de 52 metros de altitud. Pertenece a la comarca del Tarragonès en plena Costa Dorada, encuadrada en la comarca natural e histórica del Camp de Tarragona.
Su término limita al norte de la Nou de Gaià y el de la Pobla de Montornès , al Este con el de Torredembarra y al Oeste con el de la Riera de Gaià y Tarragona. Al sur limita con el Mediterráneo con una playa que se extiende desde el Cap Gros hasta cerca de la Roca del Gaià.
Comunicaciones
Altafulla goza de excelentes comunicaciones por carretera, mediante la N-340 hacia Tarragona y Torredembarra y la autopista A-7 con una salida a 1,5 km del centro de la villa.
También dispone de un apeadero en la línea ferroviaria por el que circulan las líneas Barcelona-Tarragona-Reus-Móra-Zaragoza y Barcelona-Tarragona-Tortosa-Valencia, donde se detienen casi todos los trenes de ámbito regional que circulan.
Además, la proximidad de las estaciones de Tarragona y Torredembarra y Sant Vicenç de Calders permite acceder fácilmente a las Líneas de Largo Recorrido ya los alrededores del área de Barcelona.
La existencia de la estación del AVE de La Secuita-Perafort pone al alcance de los residentes este tipo de trenes en menos de 20 min. de recorrido en coche.
Respecto a las comunicaciones por vía aérea, Altafulla se encuentra en, casi, medio camino entre los aeropuertos de Reus y Barcelona, encontrándose el primero en 30 min. y el segundo a 45 min.
Gastronomía
Como gran parte de los municipios de Tarragona, Altafulla es famosa por los calçots, cebolletas a la brasa y acompañadas de salsa romesco.
Es una de las especialidades que no puedes dejar de probar. Ni tampoco el xató (una ensalada a base de escarola, frutos secos, atún, anchoas y bacalao), la crema catalana o las diversas recetas de tradición marinera.
Qué hacer en Altafulla
La tranquilidad de este pueblo te invita a pasear por el barrio marítimo y descubrir sus tiendas de recuerdos y los pequeños comercios.
Pero si buscas grandes zonas comerciales, el mejor es ir en lo alto de Altafulla. Allá, junto a la Vila Cerrada, encontrarás el Eje Comercial Amorós, que cuenta con una amplia oferta de servicios. También te puedes trasladar en las afueras, en dirección a Tarragona, y acercarte en el Centro Lúdico Las Brujas, donde podrás llevar a los niños en un parque infantil.
Si el que te gusta es el senderismo, Altafulla organiza la Ronda Verde del Bajo Gaià. Es una ruta que se puede recorrer a pie o en bicicleta y que travesía unos 30 kilómetros de caminos rurales conectando las diferentes poblaciones de la parte baja del río. Empezando a la ermita de Sant Antoni, no solo recorrerás el entorno natural sino que también podrás visitar un grupo de fortificaciones defensivas de época medieval.
Como que es un pueblo tranquilo, Altafulla huye de los excesos de la vida nocturna, así que si buscas locales de moda y discotecas, te aconsejamos que visites Tarragona o Torredembarra. Pero puedes pasar un buen rato en la sala de baile de la localidad y disfrutar de buenas copas y conversas en alguno de sus bares o pubs.
El Entorno Natural
Altafulla es un municipio enmarcado por el mar Mediterráneo y el río Gaià, el que le otorga un importante valor ecológico.
Rio Gaià
Precisamente la desembocadura del río Gaià fue declarada Reserva Natural de la Fauna Salvaje el 1995, forma parte de la Red de Zonas Húmedas de la Cataluña meridional y se incluyó dentro del Plan de Espacios de Interés Natural el 1992.
Si te gusta la natura te animamos a que te adentres en sus caminos para descubrir los diversos hábitats donde viven y anidan pequeñas aves, ratones de campo y conejos. Y si tienes suerte quizás puedas ver algún zorro, un tejón o una comadreja.
Los pinos carrascos son los árboles típicos de la desembocadura, y en ellos viven ardillas, a pesar de que hay que tener paciencia para poder ver uno.
La Asociación Medioambiental La Sima organiza visitas guiadas para grupos y ofrece servicios y actividades que te permitirán sacarle el máximo provecho a este entorno. Pero, sin duda, uno de los atractivos de Altafulla son las playas.
Las playas de Altafulla
El municipio cuenta con dos: la playa de Altafulla y la playa del Canyadell. Las dos disfrutan de aguas cristalinas y arena fina y dorada.
La primera, con más de un kilómetro de longitud, es la más urbana y cada año recibe la Bandera Azul que garantiza su calidad.
Aquí se encuentra el Club Marítimo que, a pesar de que ofrece la posibilidad de realizar diferentes deportes náuticos, potencia la práctica de la vela.
De hecho, en él se han disputado campeonatos de Cataluña, de España y mundiales de esta modalidad.
No es una playa masificada pero si buscas más tranquilidad, te recomendamos que vayas a la playa del Canyadell, una pequeña cala de 60 metros de longitud situada al abrigo de las rocas y apartada del centro urbano.
Qué opinan nuestros clientes
Estamos orgullosos de servir a nuestros clientes e intentar que disfruten al máximo sus vacaciones en Altafulla en nuestro Camping.
Esto es lo que opinan nuestros clientes sobre el Camping Don Quijote.
«Este verano hace 20 años que estoy en el camping y sólo puedo decir cosas buenas y momentos únicos vividos allí..
Si vienes te quedas, familiar, buen ambiente, gente muy sana, niños, jóvenes y no tanto tienen cabida aki…actividades para todas las edades.»
– María Guijarro
«Llevo 47 años viniendo al Camping Don Quijote de Altafulla y han sido los mejores de mi vida, empecé como niña y continúo como madre y iaia, mis hijos y mis nietos siguen disfrutando del Camping y no lo cambian por nada, es nuestra segunda casa.
Un saludo Quijoteros»
– María del Mar
«El camping en sí tiene lo necesario para disfrutar del relax y del aire libre. Es agradable y familiar, tiene un bar con terraza en el que se está de lujo. Pero además está ubicado en un entorno precioso, una playa fantástica y un pueblo con mar y montaña, por eso llevamos 18 temporadas repitiendo.»
– José Luís Piqueras
«Nos fuimos ayer por trabajo, una experiencia inolvidable, Rens súper atento, el camping muy tranquilo y familiar, te ayudan en todo, nosotros estuvimos arriba del todo con caravanas que ellos alquilan y muy bien. Unos días de desconexión y tranquilidad. Las niñas se lo han pasado en grande!!! Repetiré seguro. Atención, servicio y amabilidad de 100!!»
– Víctor Montes
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